Localización
El texto propuesto para el comentario es la leyenda Los Ojos
Verdes del escritor y poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, escrita en Madrid
en 1862 en el periódico el Contemporáneo. En referencia a este periódico,
comentar que era un diario político de ideología conservadora; este dato es
importante tenerlo en cuenta si queremos comprender la técnica y temática
utilizada en sus leyendas. El género de las leyendas, integrado por un total de
dieciséis relatos aparecidos en la prensa entre1858 y 1864, no gozan del
misterio y dudas que rodearon las rimas, pues fueron todas publicadas.
Dentro de las series que se suele agruparse las leyendas de
Bécquer, Los Ojos Verdes pertenece a la cuarta, en la que el autor trata sobre
asuntos fantásticos. En esta serie, además de esta leyenda, nos encontramos con
otras tan conocidas como:
La Corza Blanca (1863),...
La obra de Bécquer se sitúa en la corriente posromántica, la
cual se caracteriza por su sencillez, melancolía,...; observable en los temas,
vocabulario...
Contenido
El tema en esta leyenda es el sentimiento amoroso de idealización
de la amada. Este es el tema romántico por excelencia, tantas veces utilizado
por los artistas para crear trágicas historias de amor. Este sentimiento no
conoce límites, es una fuerza devastadora, aunque su intensidad radica en su
carácter trágico. Es una aspiración que la muerte, el destino, los errores
humanos, impiden que se convierta en realidad, es por tanto un ideal
irrealizable. El amor sigue siendo una de las realidades en las que se
manifiesta el desengaño romántico.
Como en tantas otras leyendas, el autor, el prólogo nos hace
una presentación y el motivo de porque ha escrito esa leyenda. Cuenta que tenía
ganas de escribir una historia con ese nombre y un día se dejó llevar por la
pluma y la escribió. Además también dice que él ha visto unos ojos como los que
cuenta en la leyenda aunque no sabe si en sueños o en la realidad.
La leyenda comienza cuando van de de caza el joven Fernando
de Argensola, primogénito de Almenar, y el montero mayor Iñigo. Se les escapaba
un ciervo allá por la fuente de los Álamos, de la que Iñigo contaba que estaba
habitada por un espíritu del mal. El joven que no estaba dispuesto a perder la
pieza, ignoró las advertencias del experto cazador y se adentró en la maleza.
Días posteriores, hablaban Iñigo y Fernando, cuando este
último no pudo más y le contó lo que había encontrado en la fuente de los
Álamos, una mujer preciosa de ojos verdes. El viejo montero le aconsejó que no
volviese a acercarse a ella pues el espíritu maligno podía tomar cualquier
forma, de mujer, demonio,...
Fernando deseaba tanto a aquella mujer, que no hizo caso de
esta nueva advertencia y nuevamente volvió a la fuente. Cuando vio a su amada,
esta le pidió que se dejara guiar por ella hasta el fondo del lago donde
permanecería feliz para siempre. Y como si hubiese sido embrujado, el joven
siguió a la mujer, cayó a las aguas y expiró.
Personajes
El personaje principal es, claramente, Fernando de
Argensola; primogénito de Almenar. La leyenda gira en torno a él y a su
ilusión: la mujer de los ojos verdes que encontró en la fuente. Fernando es
claramente un personaje romántico: su ambición por cobrar la presa caída y así
sentirse superior a los demás lo define como tal.
No aparecen personajes secundarios, a excepción de Iñigo, el
montero mayor que es el consejero del primogénito de Almenar: le aconseja, le
recomienda, intenta llevarle por el buen camino, y no dirigirlo hacia lo
placeres corruptos de la vida.
Figura del Narrador
A lo largo de la leyenda el autor nos presenta varios
narradores. En el prólogo, nos aparece un narrador (posiblemente Bécquer), que
nos argumenta él porque de la escritura de la leyenda. A partir de esa breve
explicación, el poeta presenta la leyenda. En la leyenda en sí, nos
encontraremos con dos narradores, en torno los cuales gira la historia de los
ojos verdes; éstos son los personajes de mayor importancia: Fernando de
Argensola, primogénito de Almenar y Iñigo, el montero mayor. Cada uno de estos
personajes tiene un punto de vista y una manera de ver las cosas totalmente
diferente, lo que le parece bueno a uno, a el otro le parece malo.
Aunque mayoritariamente en la leyenda en sí, predomina el
narrador omnisciente en tercera persona; muchas veces es utilizado como si
fuera una cámara fotográfica, gracias a la precisión del autor describiendo
escenas y ambientes.
Estructura
La leyenda está dividida en tres divisiones, numeradas en números
romanos. A esto hemos de añadir que el texto está introducido por una nota
aclaratoria del autor, en dos párrafos en que argumenta la elección de la
leyenda.
En una subdivisión de la leyenda podemos distinguir las
siguientes partes:
-En el prólogo, es la parte introductoria, en la que el
autor de la leyenda explica el motivo de la escritura de ésta. Cuenta que tenía
ganas de escribir una historia con ese nombre y un día se dejó llevar por la
pluma y la escribió. Además también dice que él ha visto unos ojos como los que
cuenta en la leyenda aunque no sabe si en sueños o en la realidad.
- Una primera, en la que se nos sitúa la acción en un monte
en el cual hay unos hombres de cacería, entre ellos el montero mayor de los
marqueses de Almenar y Fernando de Argensola el primogénito de los marqueses,
el cual ha herido a un ciervo aunque consigue escapar. Cuando llega les riñe
diciendo que él no atiende a supersticiones y va a seguir.
-Una segunda, en la que el montero le está preguntando al
chico por qué tiene la piel tan blanca y está tan raro, y por qué pasa en el
monte tanto tiempo si no viene con presa alguna. Fernando le explica la
experiencia de la fuente y como él se enamoró de los verdes de la mujer que
allí estaba. El montero le pidió que por todo lo que más quería, dejara de ir y
él le contestó que todo lo que más quería valía una mirada de esos ojos. Íñigo
aceptó resignado.
-Una tercera, en la que Fernando, está de vuelta en la
misteriosa fuente y mantiene una conversa con la mujer de los ojos verdes. Ésta
le convence para que se lance al agua, y muere ahogado.
Tiempo y Espacio
Lo primero que hay que descartar referido al tratamiento del
tiempo es que se nos presenta dos acciones, una ubicada en un presente y otra
en pasado.
La primera de éstas, mucho más breve que la anterior, puesto
que es la explicación de autor de porque ha escrito esa novela. La segunda, más
extensa, trata el relato de los ojos verdes; en la que se nos pasa del presente
del autor, a quizás, el esplendor de la Edad Media; característica típica del
romanticismo: la huida en el tiempo a tiempos gloriosos como método de fuga de
la realidad.
El paso del tiempo no es tan marcado como en otras leyendas;
la historia podría haber transcurrido en menos de un mes. Una pista del transcurso
del tiempo se nos da cuando mencionan que Fernando pasa los días y las horas,
sólo, en el bosque cazando, sin traer ninguna presa con él. También hay que
destacar que cuando el primogénito de los Almenar se encuentra en la fuente con
la mujer de los ojos verdes, para él no transcurre el tiempo; es como si el
tiempo no pasara. Esto puede ser debido al embrujo que provocado la misteriosa
mujer en el joven marqués.
El tratamiento del espacio también es de gran importancia, y
meticulosamente tratado por el autor.
Hay que destacar la concreción y
minuciosidad de los emplazamientos en que se sitúa la leyenda.
Esta precisión
esta presenta el comienzo del relato (Cuencas del Moncayo) aunque también se
puede observar medida que avanza la narración. Este gusto por la precisión y la
geografía local es patente en la mayoría de leyendas; como modo para acercar
los relatos a la gente y hacerlos más populares; motivo por el cual la gente se
podría sentir identificada. Otro elemento que cabe señalar son los lugares en que
se emplazan los hechos: la naturaleza escenario típicamente románticos: la
naturaleza cobra especialmente importancia y adquiere un papel que antes no
tuvo: se adapta a los estados de ánimo del personaje, mostrándose melancólica,
tétrica,... A la angustia y a la obsesión por la muerte responde el gusto por
la noche o los paisajes sepulcrales. La soledad del personaje encuentra el
marco adecuado en paisajes recónditos, yermos desolados, ... Además, el gusto
por la noche, los paisajes abandonados, los antiguos fuente ... ; todos
descritos magistralmente con el fin de crear un ambiente misterioso, inquieto,
de terror.
Estilo
En la parte estilística, aparte de los elementos ya
comentados en las diferentes partes del comentario, destacar la minuciosidad y
precisión con que el autor describe los escenarios y ambientes en los que
transcurren los hechos. Un ejemplo de esto sería la concreta y precisa
descripción que se hace del emplazamiento en que se encuentra la mágica fuente donde
habita la misteriosa dama: “la fuente brota escondida en el seno de una peña, y
cae, resbalándose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas que crecen
al borde de su cuna. Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de
oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes, y
susurrando, y susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en
torno a las flores...”
De la parte en que el poeta describe la fuente, tal vez la
parte más interesante y compleja estilísticamente, se aprecia la
personificación del agua de la fuente; y como a través de numerosas figuras
retóricas consigue describirlas (“Aquellas gotas que al desprenderse brillan
como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre
los céspedes, y susurrando, y susurrando, con un ruido semejante al de las
abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y
forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se
repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces; con risas,
otras, con suspiros hasta caer en un lago.”)
El tratamiento y descripción de la misteriosa joven, también
es magistralmente utilizado por el autor; complementándolo con numerosas
figuras retóricas como la comparación o la metáfora, utilizadas para darle un
aspecto más maravilloso e irreal:
“Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de
alabastro. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros deslizándose entre los
pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de
sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una
joya de oro.”
Otra descripción a comentar es la que hace sobre los ojos
verdes, que da título a la leyenda. Es de una gran belleza estilística y cuenta
con unas metáforas y comparaciones, difícilmente comparables: “... luminosos,
tranparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los
árboles después de un tempestad de verano”.
Otro fenómeno, aunque asociado a este anterior, es la ausencia
de conjunciones o elementos de enlace (asíndeton); provocado por el abundante
uso de adjetivos en las descripciones.
También hay que destacar el uso que hace el autor del miedo
psicológico, asociado muchas veces a la noche, el ruido, la oscuridad, parajes
abandonados, desconocidos...
Conclusión
Como conclusión podemos comentar que esta leyenda, escrita
en plena madurez intelectual de Bécquer, representa la más importante y
conocida de la cuarta clasificación que se suele hacer de las leyendas: los asuntos
fantásticos. Cabe señalar la originalidad del comienzo, en la que el autor nos
explica el motivo de la escritura de la leyenda. Aparte de eso, las
comparaciones de los ambientes junto a la atmósfera de terror en que transcurre
la leyenda, unido a las múltiples descripciones crean una belleza y realismo
difícilmente superable. Todas estas características, unidas a la originalidad
del argumento y a la precisión en la utilización de los vocablos, provoca en
esta leyenda, ser una de las más comentadas y de las que más versiones se han
utilizado.