domingo, 16 de noviembre de 2014

Rima LXVI



 ¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca:
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza;
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Argumento:
En esta rima el poeta se enfrenta angustiosamente a la muerte, se siente viejo, dramáticamente abandonado y relaciona su tumba con la soledad, pues la soledad de su vida le asusta más que la muerte misma.
El poeta va describiendo el camino que conduce hacia su muerte, que es su tumba de soledad, donde algunas veces parece querer aferrase a la vida y en otras reclama su presencia.

Tema
El camino del poeta hasta la muerte, la tumba de soledad. El mundo visionario romántico que cobra relieve con imágenes que desbordan el mundo onírico e irreal y revierten en lo más abrupto de la conciencia humana.

Estructura Externa:
Texto escrito en verso, compuesto por 16 versos y 2 estrofas (de 8 versos cada una). Riman los versos pares en asonancia quedando sueltos los impares: -a-a-a-a... Serie indefinida de heptasílabos y endecasílabos y esquema variable. Es una silva.

Estructura Interna:
 Dicha rima está compuesta por dos estrofas opuestas y complementarias donde se describe el mundo visionario romántico que cobra relieve con imágenes que desbordan el mundo onírico e irreal y revierten en lo más abrupto de la conciencia humana.

Recursos literarios:
- hipérbaton (alteración del orden lógico), metáforas, metonimias, comparaciones, epítetos (adjetivo que ya está explícito) y adjetivación, preguntas retóricas (al principio de cada estrofa), juegos de palabras, hipérboles (rujo en la tormenta), oposiciones entre las dos estrofas.

Conclusión:
Tras su sencillez, Bécquer se ha servido de una serie de recursos propios para describir un mundo visionario romántico donde desbordan imágenes oníricas e irreales y revierten en lo más abrupto de la conciencia humana. Luis Cernuda tomó el penúltimo verso como título de su libro Donde habite el olvido, de 1934.


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